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martes, 28 de julio de 2020

En plena luz


                                                                             
Soy lo que ves. Puede ser esa calma o desastre a la vez. Depende  del cristal con que lo mires eso yo no lo sé.  Mis ideas casi siempre están al revés y mis emociones tambalean intentado buscar un centro.  Suelo ser un caos no te miento.  Pero cuando se trata de hacer lo correcto, nada me impide que me lo juegue todo, hasta mis propios huesos. No vine aquí a sentarme a esperar quejándome de como pasa el tiempo. No, de ese  material no estoy hecho. Aunque no encuentre lo que busco sigo pidiéndole a la vida que no me detenga en el intento. ¿Quien dice que el sol sale para todo? Jejeje, ese es puro cuento.  Soy lo que ves, tienes razón, pero en el fondo soy al revés. Luz

                                               🌞 El sol sale para todos.

... Le pregunté  un día a mi bisabuela que cuantos años tenia. Mi padre que estaba en la puerta de la cocina me había escuchado y me gritó  desde el otro extremo del patio,..¡Muchacho, eso no se pregunta! Ni siquiera lo intente de nuevo para no entrar en desacuerdo con mi papá. Entonces ella aprovechando que mi padre había entrado en la cocina me dijo: Noventa. Noventa? Imaginen, que  yo era un niño. ¡Noventa era como estar cerca del cielo! Le respondí sabiendo que aun estaba muy clara con sus ideas. Lucía fuerte y se veía tan bien que era difícil creerlo viéndola tan tranquila la mayoría de las veces fumándose esos puros enorme. Frente a mi cara de espanto ella no dudó y me respondió algo así. Los años van por dentro y el tiempo por fuera. Todo el mundo va para viejo mi nieto. Solo tienes que dejarte llevar loma abajo.
¿Dejarte llevar? ¿Qué es eso? Le pregunte porque no entendía muy bien eso de loma abajo.
- Soltar las riendas. Así me dijo.- Dejarse llevar por el impulso de esos días en que estas en la cima de la montaña, la emoción de los grandes momentos en que todo es color del rosa son una bendición. Hasta el viento ayuda. Desde esa altura las vistas a tu alrededor siempre son impresionantes. Es como si te dejaras caer, no más. Soltar todo lo que pesa sobre la espalda, hasta los pensamientos son una carga pesada. La miré y me dije a mi mismo, tratando de que no me oyera, pero me escuchó: Cuando estás tan cerca del cielo no creo que te preocupe mucho ya las cosas. Además no creo que queden ya mucha fuerza.
-A esta edad es difícil ir en contra de la corriente. Respondió para no incomodarme. 
-¿De que corriente hablas? Le pregunté.
-Hablo de la persona que soy. Todo es posible, de eso no hay dudas.
Tejía buscando la forma con las aguas y los hilos de estambres de varios colores tratando de cerrar la figura. Estaba entretenida, metida en su mundo, pero no perdía el hilo de la conversación. Y fue entonces que me dijo sin mirarme.
-Tu, yo y tu padre e incluso la gente. Todos somos seres con vida. Dios mismo. Esa presencia todopoderosa del señor esta en cada uno de nosotros.
-¿Dios? Era una de esas primeras veces que alguien me hablaba de Dios con tanta sinceridad y aun así creía que mentía.
-Cualquier persona en este mundo puede cambiar aun en el último suspiro de vida. Creo que puede hacerlo, esa es la verdad. La capacidad esta allí  siempre latente. Ese poder vive allí, en cada uno de nosotros.
Esa tarde mi padre me había castigado. El día anterior tuve problema bastante fuerte con mi profesor y me habían despedido de la escuela, así que el único espacio que me quedaba para estar era el patio de mi casa y no tenia mas remedio que escuchar a la bisabuela con esos cuentos. Hablaba de Dios, de la fuerza, de la capacidad del espíritu y no se que otras cosas, yo no entendía de nada se los juro. La tarde era fresca y ya había pasado lo peor, el sol del mediodía.  Ella estaba sentada moviéndose lentamente alrededor de las agujas, como si escuchara una música suave que solo ella percibía bajo de la mata de piñón impulsada por el viento y ante la mirada del perro de la casa que estaba acostado en la tierra, también como yo, con los ojos atento a ese armonioso ritmo de colores y la voz vieja de la abuela que se cortaba a la vez que pasaba la aguja uniendo las puntas de un rojo intenso.
-¡Si, Dios! No busques en otros lados que no lo vas a encontrar. Antes yo era como tu, demasiado traviesa. Hacía cosas que mis padres no le gustaban y por eso no salía de un castigo a otro. Después uno creces y creas sus propias reglas. Nunca fui a un escuela y con eso no quiere decir que sea ahora una persona inculta, he criado cinco hijos y estoy orgullosa de ellos, mi vida fue un desastre, pero nunca he perdido el aliento. Eran tiempos duros, pero yo intentaba mantenerme casi siempre ocupada, me gustaba tejer, así lo hacía cuando encontraba el momento. Nunca he dejado de hacerlo. Para eso he tenido siempre un tiempo, no sé de nada tan placentero. Al principio era muy difícil, me costaba ansias terminar las cosas que hacía, ya sabes, cuando tejes, el mayor enemigo es la prisa, como en la vida, pero lo seguía intentando. Nada mejor para evitar todos mis problemas. Pero un día llegó  el milagro. Vino cuando menos lo esperaba. Fue en ese momento que pude ver que esa fuerza de dios estaba en mi. 
-¿Tejiendo?
-No busques esa fuerza del señor por otro lado que no la vas a encontrar, ya te lo he dicho. Por lo menos de esa manera en la serenidad llegó  a mi años después.
-¿Y como es él? Le dije riendo, pero con respeto, estaba cagado de miedo.
Se comenzó a reír y fue ese el único momento que dejo de hacer lo que estaba haciendo. Estiró la mano le hizo una señal al perro que se le acercó y luego me dijo:
-Nunca te creas el cuento de que dios es uno de esos espíritus que aparece y desaparece de la vista para decirte lo que tienes o no que hacer, o que esta bien o que no.
-¡Abuela soy un muchacho! Le dije. Me hizo una señal para que me acercara. Mi padre tenia otros concepto y eso no lo iba aceptar aunque nunca le contradecía a la abuela
-Esa son las cosas que te enseñan en la escuela y en la iglesia. De que dios es poder. Y solo tienes esa capacidad de experimentarlo cuando puedes joderle a otro la vida. 
Me acerque y ella levantó al aire la pieza como una bandera y me la enseñó para que viera que ya tenia la forma de un pequeño gorro amarillo, verde y rojo, la verdad que era maravilloso y se lo celebre. 
¡Abuela que colores mas bonitos!
 Fui a cogerlo con mis propias manos y no me dejo, tenia yo las manos muy sucias.
-¡Escucha!, tus colores favoritos, tus gustos, tus pasiones, las cosas que has aprendido hasta ahora, todas tus experiencias. Esa es la idea del muchacho que crees que eres. Cómo es que te proyectas a la gente y lo que esta creen de ti. Pero eso no es lo que eres tu, jejeje.
A esa altura de la que hablaba ya mi bisabuela daba miedo. Ni siquiera sabía a que se refería, pero yo no sabia porque continuaba escuchándole.
-Nos dominan las circunstancia, estamos prisioneros por nuestras buenas y malas conductas y nos guían los pensamientos.
Ella hablaba mal de estos, de los pensamientos, al menos eso era lo que entendía sobre esa basura que hemos ido adquiriendo con la experiencia que muchas veces se vuelve ante nosotros como si fuera nuestro mayor enemigo y reaccionamos de alguna forma ante esta, aun sabiendo que cada vez que escarbamos un poco en la superficie, sacamos uno de esos problema o muchas veces estos te llegan sin mandarlos a buscar. Los obstáculos están por lo general en el camino. Que estos aparecían solos y no tenias que mover mucho las piedras. 
Me contó que había estado una vez muy enferma y como se sentía tan mal lo único que encontró para consolarse en ese momento fue tejer y tejer. Así pasó la noches después de una semana en cama. -Tejí tanto que hasta perdí hasta la noción del tiempo. Llegó un momento en que no sentía mis manos. Como me sentía tan mal dejé de seguir a mis pensamientos, evitarlos a toda costa cada vez que llegaban, porque no eran sanos. Estos se convirtieron como en nubes de paso, llegaban, pasaban y se  llevaban mi cuerpo. Todo desapareció de mi memoria mientras mis manos seguían tejiendo. Eso me dijo, que de repente  le embargó un enorme silencio. -Conocía ese silencio sobre todo al tejer, la pasión y el movimiento monótono de las manos con las agujas son como un sedante, porque dejas de tener el control de las cosas y se tragan a las palabras. Disfrutaba del silencio. Así fue que dijo, pero que esa vez fue diferente. Pudo darse cuenta que el silencio estaba allí y ella era testigo de su presencia. El silencio es algo que no haces, que tampoco puedes controlar. Aunque crees que es algo que puedes llegar a hacer, este habita mas allá de las cosas porque ha estado allí siempre. El silencio no tienes forma. Ni tampoco tiene nombre, no tiene identidad. No pasado, no futuro. No principio. No final. No mañana, no ayer. Está en todos los lugares. Existe aquí y ahora, es algo eterno 
-¿Sabes? Así me sentía yo, como parte de ese enorme silencio cuando mi cuerpo se esfumó 
Así me dijo. Que todo a su alrededor comenzó a perder el sentido, como si nada mas existiera. Fueron horas de calma de tranquilidad, pero sobre todo de paz. Nada comparable a ese momento donde todo se detiene y dejas de ser la persona que eres y entonces comienza a emerger por un lugar de ti, ese ser que en realidad eres. Ese que no tiene un pasado, no tiene un futuro, no tiene una historia, no tiene ni siquiera un nombre, porque tampoco tiene una forma clara. Esa presencia que tu sabes de seguro que eres tu, emana de ese único espacio en el que vive y tu lo notas, no te hacen falta los ojos para verlo, ni las manos para tocarla. Es esa parte de ti libre, oculta por el paso de los años, por las costumbres, por tus puntos de vistas, por todas tus limitaciones, tus miedos y tus emociones.
-Abuela me estas dando miedo, no me gustan los fantasmas.
-No hablo de fantasma. Esos son cuentos de caminos. Los fantasmas no existen.
Tomó una bola negra de estambre y comenzó a insertarla entre las agujas, había pasado mucho tiempo desde que ocurrió esa historia que me contaba porque en esos momento ya de ella no quedaba mucho y sus movimientos en la mano dejaban mucho que desear, eran certeros pero demasiado lentos, oxidados, rancios, pero su espíritus era todo lo contrario. Su rostro estaba relajado, emanaba paz, aunque al mirarla pareciera que te dejaba escapar una sonrisa. Esas horas de monotonía mientras tejía habían  lograron amansar la pantera en su mente y allí en medio de esa tranquilidad se sentía feliz. Sin juzgar nada, sin exigir nada, sin esperar nada. Esas horas de desvelo habían salvado su vida y nunca más se enfermo y de eso había transcurrido más de cuarenta años y allí seguía con la proa de su cansado barco a la deriva mirando a la mar, arribando a casi un siglo de existencia. Intentando enseñarme algo que todo el mundo desconocía, pero ella me dejaba ver entre dientes. Que hay algo dentro de ti, que es como una luz que lo observa todo, lo mueve y es parte de tu vida para bien, o para mal. Que se manifiesta de diferente forma, pero con el solo hecho de que sepas quien realmente eres en este viaje, aunque eso no es lo que importa. Lo que realmente vale la pena, es que te des cuenta de una vez, que en ti está ese poder de cambiar las cosas, esa fuerza de la que formamos parte alguna día. Hay muchas formas de llamar a esa energía. Hay quienes hablan de un Dios para referirse a ella porque no encuentran un claro motivo a sus especulaciones.  Pero por la forma en que me lo dijo mi bisabuela, yo sigo creyendo que esa luz existe y vive en nosotros mismo. Esa fuerza del espíritu libre que me dejó, nunca la he olvidado. Todos vinimos acá a ser libres. Experimentar esa libertad en carne propia y sentirla, esa es la cosa más bonita del mundo. Porque si alguien es libre, aun aunque no lo intente, esa luz, se esparce por muchos caminos. Ese es el poder y la capacidad del espíritu humano.





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sábado, 27 de junio de 2020

En su propia trampa

                                             

                         "tres cosas en este mundo que no pueden ser ocultada
                           por mucho tiempo. El sol, la luna y la verdad."
                                                                                                    buda.


  Como en la historia del Titanic, todo el mundo en el barco vio  el iceberg. Esa montaña de hielo que intentaron evitar, dejar a un lado, pero nadie vio que debajo, oculto en el océano ese iceberg se extendía bien profundo a lo lejos. Eso es lo que el subconsciente es, esa parte de nosotros que conduce nuestra vidas. Este vive en el presente, no en el pasado. Es el que lo hace casi todo por nuestras vidas. Es la razón por la que tu tomas ciertas decisiones. Es el motivo del porque tu usas ciertas ropas, escoges ciertos colores. Este es el timón  y termina de programarse en los primeros años de la vida, no toma mucho tiempo y es así que maneja el mundo que ves, manejando tus juicios según las experiencias. Dentro de nosotros, en las profundidades vamos contrayendo  ciertos hábitos, conductas, actitudes, que debemos entender y llegar a perdonarnos un día. Comprender que cualquier cosa que nos pase esta fuera de nuestro control y así poder liberarnos de estas historias… O haces la paz con tu pasado o sino este te va perseguir por siempre en el presente con esos, sus asuntos sin resolver.


                                                              
  Esta es una historia que escuche muchas veces cuando era niño. La entendí bien hace tan solo unos días atrás que fue cuando realmente pude comprenderla. En tu propia trampa. Me gusta cambiar las cosas de tono, porque creo que así tienen un mejor sabor. La vida aunque parece una cosa seria y complicada, no lo es tanto. Es pura vida. Uno no debería creérsela de esa manera tan estricta como dicen que es. Porque eso es mentira. De ese modo juzgándolo todo a cada minuto es imposible llegar a algún lugar. Esa fue la lección que aprendi y les digo, me costó mucho reconocerlo. No se puede luchar contras nuestros propios fantasmas, solo debemos rendirnos ante ellos. ¿Que si cuesta rendirse? A la mayoría le resulta imposible. Porque la vida es lo único que en realidad tenemos y lo mejor que podemos hacer con ella es, sacarle el jugo. Si no te dejas llevar por la corriente, las cosas se complican aun más  se vuelven feas, torpes, pierden su cara mas dulce. Como le ocurrió a este joven que salió a ver salir el sol una rara mañana, pero no pudo.

 Un joven pescador había decidido desde la noche anterior ir al mar, porque eran días tranquilos, los mejores para tirar su atarraya y pasar la tarde.  Su cabeza no andaba bien, las cosas no estaban funcionando como el quería. Había tenido una fuerte discusión con su mujer. Ella no entendía como era que había perdido su trabajo. Como la casa no era en ese momento un sitio para estar, decidido ir a coger un poco de aire. Por lo que se levantaría muy temprano en plena oscuridad para no molestarle. Conocía un hermoso lugar cerca del acantilado y a este se dirigía cada vez que podía. Los peces en el lugar eran grandes y muy buenos. Tomo ese día la larga carretera que lo llevaba a ese mágico promontorio. Como pescar era su pasatiempo favorito y además la tranquilidad del lugar le traía la paz, supo que eso podía ayudarlo a tranquilizarse un poco y tomarse las cosas con mucha calma. Así que esa noche no dudo a la hora de poner en su viejo Chevrolet Ford todo lo que en realidad le hacia falta, los nailon, la carnada del cebo, agua, un bocadillo de queso blanco y el termo de café. Al otro día desde muy temprano, en plena oscuridad partió al lugar. Después de recorrer unos kilómetros atravesó por un camino desierto para así explorar algún que otro sitio desconocido, cuando de repente se le ponchó una rueda de su viejo automóvil. Algo enfadado por el inesperado percance lo aparcó a la orilla del camino, le dio unos punta pie a la goma y se dirigió atrás con la intención de cambiarla. Pero cual fue su sorpresa al abrir el capó y no encontrar el gato mecánico, lo necesitaba para la suspensión y le busco por todos los rincones pero no lo encontró. Cómo podía olvidar algo así tan importante. Su enfado era tal que se quedo unos minutos esperando que alguien pasara y relajarse. Pero eso no ocurrió. Ya no quedaban rastros de las ultimas personas con que se cruzó en el camino. El sol a esa hora se estaba volviendo intratable y en su cabeza los pensamientos comenzaban a arder.  Buscando un poco de sombra se recostó a su vehículo y con la mirada perdida entre los arboles y el aire fresco muy a lo lejos vio una casita. Era como un punto blanco en la lejanía. Como ya llevaba mucho tiempo en el lugar y no pasaba absolutamente nadie, se le ocurrió la idea de acercarse. Su enfado aumentaba cada vez que pensaba en la casita. Estaba tan lejos, que con solo mirar a aquel punto blanco, su fastidio iba en aumento. Dudó varias veces en medio del camino si acercarse o no. Se detuvo para regresar y seguir esperando, pero obligado por encontrar una solución, intentó otra vez seguir sus pasos. ¿Y si no hay nadie en esa casa? Se preguntó  Bueno no seas tan negativo, así mismo se dijo y continuó. Unos pasos mas allá  se detuvo otra vez. ¿Y si no tiene un gato? Ok, pero a lo mejor tienen otra solución. El hombre se animó y siguió su camino. La casita estaba mas cerca. Había dejado todo en su carro y pensó que alguien podía robarle. Su vara de pescar era muy cara y cualquiera daba una fortuna por ella. Quizo regresar a buscarla. Pero se había dado cuenta, que ya era tarde, pensar así era una bobería y continuócontinuó una y otra vez, haciéndose más preguntas, inventando las respuestas y viendo fantasmas en todo lo que se suponía y así sin darse cuenta dio con la casa. Era de madera grande y con techo de guano, pero estaba cerrada. Allí a unos cincuenta metros delante de sus ojos se detuvo. A lo mejor no hay nadie. Dijo otra vez para si. Y si el que vive dentro es una mala persona. Pero ya estaba allí y tenia que intentarlo, así que se fue acercando. No encontraba una señal, las ventanas cerradas, los animales campando a sus anchas en el patio. En ningún rastro por los alrededores pudo reconocer que le dijeran que dentro habitaba un alma, nada. Tanto era su desconsuelo que su enfado fue en creciendo cuando al mirar para atrás, vio el lugar de donde había venido y estaba ya tan lejos, que el Chevrolet tan diminuto,  parecía un puntito azul en el horizonte y sus dudas eran tan enormes, que se lanzó  directamente a la puerta. Tocó, tocó y tocó. Por un lado del patio apareció un perro que le ladraba ferozmente sin acercársele. Intentó con su enojo coger algo para defenderse,  en el momento que alguien le abrió la puerta, alguien que el ni siquiera vio, era tanta su rabia, que solo le dio tiempo a decir…hola, a la silueta adormilada en la penumbra…Que le preguntaba, ¿que usted necesita?..¿Que necesito? le respondió el hombre montado en cólera. Mire,…se mete usted ese gato en el ..cu….olvídelo. ¿Yo?,.. yo no necesito nada. Me voy. Y dio media vuelta y se marchó. Iba perseguido por los perros que ladraban detrás, unidos a otros dos que aparecieron de repente. Tomó el camino de regreso, aun más irritado. Esta vez llevaba de regreso muchos mas problemas que los anteriores y estaba completamente agobiado.  
  Los ojos no sirven de mucho, si la mente se niega a ver. Esta historia es la prueba de lo fácil que nos inventamos historias negativas a la hora de enfrentar y buscar una solución a nuestros propios problemas. En vez de adoptar una mentalidad positiva o dejarse llevar por lo que el azar nos tiene reservado. Hacemos en estos casos lo peor, le damos la responsabilidad a nuestros propios miedos para que se encarguen y tomen las riendas del destino. Y cargado de resentimientos, de dudas, nos convertimos en eso, en el infierno de lo que nos rodea más a menudo.
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