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lunes, 1 de marzo de 2021

Las campanas doblan por ti


Patria, esta vez doblan las campanas

Nací al sur de una ciudad en el centro del país, en un barrio. Por aquel entonces Jesús María, que es así como se llama, era uno de los sitios más problemáticos.  Por esos lejanos dias, no todos los chicos de mi edad sentían el interés por asistir a la escuela,  y la verdad era que a los padres le daba lo mismo, por lo que muy pocos llegaban a la secundaria básica. Como chico de barrio, adoraba la calle, no existía para mi un oasis mejor. Pasaba la mayor parte fuera de la casa, lo que me traía un sin fin de problema con mis padres, ellos si me exigían un cierto orden en mi vida. Tenía a una cuadra el río, lleno de charcos silvestres  con el agua corriente, el verde del campo por todos los alrededores y la verdad, que siempre estaba rodeado de amigos, los cual conservo a días de hoy, y para serles sincero, me gustaba la escuela donde pasaba media jornada del día. Odiaba la historia, las matemáticas, no se porque, pero me parecían muy aburrida. Aquellas leyendas en blanco y negro de héroes del ayer que se repetían una y otra vez, llegaban a mis oídos sordos, provocándome una  abulia tal, que inmediatamente se apoderaba de mi el sueño. Era lógico, me acostaba muy tarde y como era súper dinámico e intranquilo, aquella paz y todas esas historias del pasado eran un bálsamo, nada como esas siestas. Siempre tenía problema en esa asignaturas, no las encontraba interesante, éramos simplemente incompatibles. Los héroes de la tele, y las leyendas del barrio que contaban los mayores, me resultaban mucho más interesantes y atractivas, reales dentro de la ficción. Sin embargo, amaba la geografía, una de mis asignaturas favoritas. Encontrarme inmerso en aquella nube idílica entre países, islas, continentes desconocidos me despertaba del letargo. No tenía que hacer mucho esfuerzo para concentrarme, con solo dejar mi mente volar, de repente viajaba por todo el mundo y mi cuerpo se recuperaba rápidamente, se me quitaba  el sueño. No puedo negar que a mi siempre me ha matado la curiosidad. Recuerdo que por aquellos días se hablaba mucho de patria, esa palabra con mucho significado y que no entendía en lo absoluto. Pero para salit del paso tenia yo siempre las mismas respuestas. Podía responder sin pensar las cosas que había aprendido en la escuela. Patria es el lugar donde nací, donde crecí, mis amigos, el verde del campo, el río, todo ese mar que bordeaba la isla, la familia. También la bandera, el escudo y aquel himno que cantábamos a coro todos los viernes en el matutino,  donde nos contemplaba orgullosa. No era de extrañar que el amor que comenzó a florecer dentro de mi, me caló en lo más profundo y hasta me hizo sentir un ser privilegiado. Todos aprendimos a querer a la patria y nos era fácil representarla con una bandera. Esas tres franjas azules, las dos listas blanca, con aquel triángulo rojo y la estrella de plata, se convirtieron en un sentido de identidad por aquellos gloriosos días de mi niñez. Así, que de esa manera aprendía la lección. Según las cosas que escuché por entonces, el enemigo lo teníamos muy cerca, al doblar de la esquina, a solo noventa millas y que este era una bestia asquerosa. Los Estados Unidos de América con el más despiadado ejército sobre la faz de la tierra, era la razón del porque teníamos que quererla y defenderla. Imaginase el shock que produjo en mi años después, al conocer que el mayor enemigo no era el de afuera, sino que estaba dentro, y ante nuestros ojos. Eso causó en mi la mayor decepción. En 1997 deje el país. No se me permitió regresar hasta después de cinco años. Mi hija nació en Madrid luego, y como no podía regresar a visitar a mi familia, creí entonces que lo más adecuado era, que viajara a Cuba con su madre y celebraran allá su primer año de vida a pesar de mi ausencia. Algo de lo que me siento orgullos. Ese es ya un recuerdo imborrable, un hermoso regalo, aunque en aquellos días me desgarró por dentro. No dejarme entrar a ese lugar que creía mi Patria, me rompió en dos. En el momento que me largaba, llevaba como trofeo los frutos que la querida patria me había dejado. Un par de tenis llenos de huecos, dos mudas de ropas, dos carreras que ya no ejercía y un montón de sueños, es decir, más pobre que una mula ciega tirando una carga loma arriba. Aquel dolor de la incertidumbre y la soledad tardaron un tiempo en abandonarme, hasta años después que regresé de la forma que nadie me esperaba, el enemigo me había sacado del aprieto tendiéndome  una mano. Esos casi 8 años fuera, me sirvieron para rehacer mi vida. Así que llegaba otra vez, con una hija con casi cinco años de edad, un sueño hecho realidad, la idea de montar un estudio de grabaciones en La Habana, y con la madre de mi hija, que la habían enviado para un trabajo diplomático en la embajada de España con tiempo indefinido. Ya tu sabes, les había dejado el listón muy alto y de esa manera no podían negarme otra vez la entrada. Era yo quien cargaba con las riendas de mi destino, eso creía. Pero a ellos, los del gobierno, que aun piensan que somos de su propiedad, no les gustó esa jugada. Como regresaba en esos niveles inalcanzables para la mayoría, se dieron a la tarea de comenzar una vez mas con su juego sucio. Aunque vivía dentro de una burbuja, bajo su protección, me movía en coche con chapa diplomática y era amparado por la inmunidad de todo el personal extranjero de las embajadas, muy pronto me percaté que me seguían cada uno de mis movimiento. No era difícil darse cuenta, para ellos yo era un don nadie con un poco de suerte, y su mejor opción fue hacerme la vida imposible. Tenían una manada de perros sabuesos que estaban pendiente de mi, me perseguían donde quiera que me movía. Esas caras de los agentes de seguridad muy pocas veces se me despintaban. Llevaban unas motos y usaban unos cascos, hasta por la forma de caminar podía reconocer fácil, que no se andaban con cuento. Estaban tan concentrados en su misión, que muy pocas veces se relajaban. Una tarde no  tuvieron más remedio y se me acercaron, su misión era ganarse mi amistad. Así que desde un principio se las di. Solo quería hacerles saber que estaba limpio, que mi intención era la paz y que me dejaran tranquilo. No podían molestarme por mi condición de inmunidad diplomática. Pero como ellos no se andan con rodeos, se creen los dueños del mambo, en la primera oportunidad que tuvieron, me tiraron el anzuelo. Sin saber yo el motivo, me había convertido de la noche a la mañana, en la persona ideal para hacerme trabajar a favor de sus intereses. Eso era todo lo que buscaban y me lo hicieron saber. Como se pueden imaginar, aquello me cayo como una bomba. Imagínense ustedes, filtrar información en contra del país que me lo había dado todo. Con el enfado mas grande del mundo, eso fue al final lo que le conteste, que nada tenia que ver con eso y que me dejaran en paz. Esa patria de la que hablaban con mucho anhelo, me había quitado hasta el oxígeno para respirar, se los dije sin pelos en la lengua. Y que no tenía la intención de hacer el juego sucio. Que perdían su precioso tiempo conmigo. No dijeron más nada y se marcharon sin lograr su objetivo, Eso pensé creyendo que me los había quitado de encima...pero solo me dieron un tiempo, para que pudiera olvidarles. En Cuba, ellos estaban en su territorio, y aunque yo desconocía, me tenían el teléfono pinchado y sabe Dios que mas, es decir, que escuchaban todas mis conversaciones y podian vigilar todos mis movimientos. Entonces sucedió lo que tenia que suceder. Por esos días la madre de mi hija había viajado a España para un curso por el trabajo, tenía yo de visita a un amigo del barrio donde nací.  Había quedado en ir a almorzar en la casa de la familia de una amiga y pasar la tarde por allá.  Era la primera vez que les visitaba, no conocía el lugar. Llegamos a la barriada de Lawton, donde ellas vivían, y cerca de un jardín exterior frente al portal de su casa, allí dejé el coche. Un Susuki Gran Vitara nuevo. Lo habíamos traído de España. Aquella era una calle que terminaba en una loma, lo bastante ancha, de unas cuatro vías y sumamente tranquila, no creo que esa tarde hubiera pasado un vehículo por ese lugar. Unos tragos de ron, el almuerzo casi listo, la música, cuando de repente sucedió lo inesperado, era lógico conociendo el enfado de aquellos trogloditas. Se escuchó un estruendo desde la calle, que todos en la casa por el sonido no podíamos creer que era lo que había sucedido. Fueron segundos en reaccionar y darme cuenta que el coche estaba fuera...Salí inmediatamente como un loco y allí me lo encontré, hecho pedazos. Una guagua Volvo, uno de esos  monstruos rodante, que son una bola hierro, se daba la huida. Y la perseguí loma arriba iba ciego buscando un culpable. Me le pare delante para que se detuviera y luego me subí encima buscando al chofer, solo habían tres individuos y comencé a ofenderlos y llamé a la policía. Vinieron a por ellos e inmediatamente los desaparecieron. Todo el proceso de investigación duró una semana, pero sin resultados. Todo fue bajo un halo de misterio para cubrir el problema, era su camuflaje. Yo lo sabía desde el primer momento, es de la forma en que trabaja la seguridad del estado en Cuba, lo mas desagradable del mundo. Del coche pudimos salvar muy poco, lo único que pude hacer fue ofenderles y culpables por teléfono. Haciéndole saber, que sabía que eran ellos. Les grité de todo, asesinos, degenerados, sabiendo que diciéndoles a la cara del mal que iban a morir, al menos me liberaba. 
De regreso a Cuba, la primera vez, luego de aquellos ocho años, ellos me habían impuesto unacondición. Como el único pasaporte que tenía por entonces era el cubano, estaba obligado a salir del país cada dos meses. Era su castigo anterior, debía pisar aguas internacionales, llegar a un país cercano y luego regresar, Así pase casi tres años, viajando a todas las islas del Caribe, con la intención de que me dejaran en paz, pero eso, no sucedió. No te pierden la pista. La primera vez pasé una semana en Cancun con mi hija y su madre, fue el único momento en que no me molestaron. Cuando supieron que viajaba solo después,  me lo intentaron hacer mucho más difícil. Una relación con el gobierno después que abandonas el país es imposible, ellos en eso son muy bajos,  implacables. Una vez me esperaron en el aeropuerto de Cancun, me separaron entre todos los turista que bajaron del avión y me enviaron a una intendencia. Allí, un imbecil con cara de perro, me trató como si fuera alguien que viene huyendo del régimen. Les enseñe mi residencia española y el hotel donde me iba a quedar. Pero no les bastó, e insistieron con el mismo despecho. Yo les respondí, vivo en Madrid y en la Habana, que no tenía la intención de quedarme en un lugar como ese. Pero mi única culpa viajaba conmigo, era ese pasaporte cubano, que no me servía para nada, ese es el mayor obstáculo del mundo y desde entonces,  lo  odio. El resultado, me tomaron una foto y me enviaron de regreso en el mismo avión para la Habana negándome la entrada por cinco años. Luego tuve otro problema ridículo en el aeropuerto de México, habiendo sacado un boleto de ida y vuelta, en el momento del regreso me detuvieron, obligándome a pagar el pasaje de regreso a La Habana. ¡Pero si tengo un boleto de ida y vuelta, les dije a la hora de chequear el pasaje! No pero tienes que pagar, ese no te sirve. Que no me sirve, eso es dinero, le conteste, no entendía a que se referían. Me llevaron a varias oficinas para hablar con los responsables del vuelo. Pero fue imposible. Por último llamé a la embajada cubana, al cónsul, ese, era uno más dentro del juego. Así que desistí y les dije. Tengo solo ciento nueve doláres, y el pasaje de vuelta son ciento noventa y cinco. No tengo más, he comprado regalos y esto es lo que hay, les dije sacando el dinero de mis bolsillos. Solo quiero regresar a la Habana y enterrar esta pesadilla. Lo aceptaron y me fui donde me esperaba la responsable de vuelo. El avión estaba detenido y todos los pasajeros esperaban porque se resolviera mi situación. La mire con una cara de asco como queriendo que se la tragara la tierra. Le di mi boleto en silencio y ella muy decente se disculpó, no sabia donde meter su preciosa cara. Me pidió perdón y me dijo. Mira, la verdad, que no se lo que pasa, es algo muy raro con tu país. Llevo aquí más de quince años y nunca he tenido problema con nadie de otro país. Eso sólo me ha pasado con algunos cubanos. Fue entonces que me sonreí, no podía hacer otra cosa. Acababa de comprender. Le dije, eso es bueno saberlo, porque me sacas de una duda. En ese momento lo tenía claro, más claro que el agua. Quienes eran los responsables...le dije adiós y respiré en lo más profundo. La única solución para ese mal era acabar con ese sistema de mierda. No existe nada con que se pueda medir el nivel de daño y de maldad de un estado, que te denigra de la forma más cruel del mundo. Comencé a viajar para las islas de habla inglesas, ese es otro lugar con sus propias reglas y lejos de esa mentalidad que me desquiciaba. 
Casi más de quince años después miro atrás, ese tiempo en que su caída parecía algo imposible, en que parecía que todo allá iba durar una eternidad. Pero no hay mal que dure cien años. Ya estoy cerca de ver hecho realidad un sueño y eso será muy pronto.  Muy pronto. Así, que a todos ustedes, los cubanos de adentro y los de afuera, los que están a favor, o los que están en contra, les digo algo; Esto lo he vivido en carne propia. Patria es una sola, y esta se defiende con el respeto y el amor. La Patria tiene sentido solo cuando se respetan tus derechos, cuando protegen y velan por tu integridad. No es algo por lo que tengas que morir. Es una condición humana y necesita del valor por la vida. Por eso, no me pregunten por quien doblan las campanas, las campanas doblan por ti, por una patria libre y soberana.🇨🇺👍🏽
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